LAS HERIDAS CONTINENTALES

“Cuando voy al huerto a trabajar pienso que no lo conseguiré nunca,  pero mi sueño es ser médico.” Confiesa Joad de 12 años de edad. Este  niño ugandés se esfuerza cada día por ir a la escuela local tras el trabajo  familiar, es la región representa una minoría, apenas un 15% de los niños que trabajan acuden de forma regular a unas clases con 60 alumnos.

La  necesidad de educación en algunos países del África subsahariana es  equivalente a la necesidad de médicos.  Desde hace mas de 30 la Fundación “Tierra de hombres” ayuda a paliar  los efectos que una escasa infraestructura en salud puede suponer para  los niños. El programa “viaje hacia la vida”, que con tanto cariño dirige  desde España Mariló Valle, teje una amplia red de voluntarios y  colaboradores, desde médicos especialistas, hasta familias de acogida  temporal, para lograr salvar las vidas de cientos de niños cuya patologías muy graves pueden ser curadas en nuestro país.

Las recientes crisis mundiales, su duración e incluso la superposición de las mismas está afectando al conjunto de la población, y como siempre tendrá peores efectos en los débiles, y sin duda, los peor situados son los niños y niñas que nacen en regiones en desarrollo. El impacto de la  COVID19 sumado a la guerra en Europa está teniendo efectos  devastadores en los logros obtenidos las últimas décadas. Frente a ellos,  encontramos la inmensa solidaridad entre personas que nos recuerda el  episodio que Antoine Saint-Exupery relató en 1939 en su libro “Tierra de  hombres”, donde el francés enseño a unos moros que le habían salvado  la vida en el desierto, una cascada francesa, y estos, parados durante  largo rato frente ella, confesaron estar esperando a que terminará de  caer agua convencidos de que tal milagro no podría durar mucho, así  debe ser la solidaridad entre personas, una cascada que no dejará de  brotar agua.